Abanicos de penca
Escandón: el espíritu del arte
(2008/12/15)
Por: Eusebio Leal Spengler
Palabras de Eusebio Leal, en el Museo de la Ciudad de La Habana, durante la presentación de la colección de postales y el calendario anual de Escandón impresores que tiene este año al abanico patrimonial como inspiración
Quisiera agradecer muchísimo la presencia de todos y particularmente de nuestro entrañable amigo don Luis Escandón; de artistas, intelectuales y personalidades invitadas, partes todos ellos de la obra que levantamos.
Quisiera muy especialmente agradecer a Lizt Alfonso que acogió con tanto entusiasmo la posibilidad de estar hoy entre nosotros, a pesar de los muchos compromisos que tiene.
Quiero también señalar que en esta ocasión no solo se trata de presentar un calendario, sino de homenajear a un amigo que ya casi todos conocen: don Luis Escandón, de Sevilla.
Decir Sevilla, es decir parte de nuestra alma invisible; en el sur de España -que en este patio se refleja a miles de kilómetros de distancia- habita un alma inmortal, un espíritu, una certeza, una mística y un arte de excepción. Entre La Habana y Sevilla existió un puente hace siglos, las flotas americanas que se reunían en el puerto de La Habana tenían como destino aquella ciudad, y dos mujeres, una más moderna y pequeña, y otra más gentil y antigua se extendían las manos, las cruces y palmas de sus historias de una y otra latitud del mar: la Giraldilla de La Habana y el no sé por qué Giraldillo de Sevilla -defendamos como cuestión de género que se trata de una mujer y hermosa. Hoy la verdadera está en el interior de la Catedral de Sevilla, en un atrio, y en La Habana la auténtica se exhibe en la bóveda de ingreso del Castillo de la Real Fuerza recién inaugurado como museo.
De Sevilla viene don Luis Escandón, quien exhibe lo que todo hombre bueno y generoso debe colocar en el primer lugar de una historia propia. Está allí trabajando con su padre, en los esfuerzos difíciles de aquellos años que sentaron las bases, no ya de un capital sino de una obra de la cultura como es la imprenta: José Martí en admirable definición, recordaba que es a ella a la que más debe la libertad humana, y eso se engrandeció con el tiempo, el padre que vive vio levantarse la obra del hijo, y los hijos de este padre que me acompaña, han visto cómo en otra latitud del mundo se honra la suya.
Cómo se adquiere el prestigio, alguien me dijo esta mañana unas palabras bonitas, casi asiáticas: “el prestigio crece como una palmera y se pierde como un coco que cae desde la palmera al suelo.” En cuestiones de arte y de cultura, el prestigio es la calificación y es el espíritu que anima la obra en un perpetuo duelo entre las urgencias comerciales y la bella inspiración. Por eso desde hace años el calendario de Escandón, -el impresor de la Revista Opus, de nuestros libros, de numerosas revistas y publicaciones cubanas, todas ellas del más alto refinamiento- escoge para su calendario algo diferente, este año es el calendario de los abanicos, y como está escrito, dos museos se han unido para celebrar su propia colección: el Museo de las Artes, en Sevilla y el Museo de la Ciudad de La Habana.
Detrás de cada uno de estos abanicos hay una historia, vivió una mujer o varias que heredaron de las unas a las otras ese tesoro primoroso. El abanico vive y existe mientras lo tiene en sus manos una mujer, cuando se convierte en pieza de museo es solamente una cosa bella, una parte de su alma se ha perdido. En el arte de plegarlo, en el arte de combatir en dos ciudades vaporosas y ardientes como Sevilla y La Habana, el abanico tiene un papel muy singular. Aún en La Maestranza, la Plaza más gloriosa de todos, los hombres llevan sus severos abanicos de papel oscuro, y en otros tiempos de ébano puro.
Es por eso que los abanicos que hoy aparecen en la colección son la fiesta del color, la fiesta del nácar, de las incrustaciones, de los oropeles y las pinturas. Aparecen en ellos las chinerías, el recuerdo de los grandes pintores, la hermosura del trabajo artesanal que aún se cultiva.
En este museo, que ha contribuido con seis de los abanicos de los doce meses de este singular calendario, tenemos gloriosos abanicos que no son otra cosa que una penca de güano, tenemos abanicos de yarey, también de plumas, abanicos de viudas, de señoritas, de fiesta y de luto, abanicos del teatro, del primer baile… decenas de ellos. Detrás de cada uno, una mujer poeta, una escritora, una mujer de la sociedad, una mujer del cuerpo, recibió alguna vez como un precioso obsequio, desde el Oriente hasta la América, un abanico.
Se llevaron maravillosos en Egipto, y así aparecen pintados en las pirámides, acompañaron al Imperio romano; están también los abanicos maravillosos que se usaron en el Oriente, en la China y que todavía nos envuelven con el perfume del sándalo y otras hierbas olorosas que constituyen un misterio. El calendario este año, es una obra de arte y da pena arrancar sus páginas, si fuera posible quisiéramos que el tiempo se quedase metido en el país de estos abanicos. Deseamos de todo corazón que el abanico no muera, que siempre aparezca detrás de él, el encanto de unos ojos brujos y cuando se pliegue, una maravillosa sonrisa.
Gracias a Luis Escandón por habernos permitido compartir su obra. Cuando visité su imprenta me di cuenta de la importancia que tiene el desarrollo tecnológico, pero siempre y cuando vaya unido a él, el espíritu del arte. Él lo consiguió.
Muchas gracias
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